Hoy prefiero no pensar.
Me entretiene más
la liviandad.
¡Oh pecado pecaminoso
el de mi generación!
Dejarse vagar
en la superficialidad
de vacíos pensamientos.
Hay una diferencia entre
recorrer la estructura
hasta lograr escapar
en un punto de fuga.
Y caer en un punto
en el que todo se fuga,
Incluso yo.
Y la modernidad
que ya no es moderna.
Y la posmodernidad
que no es la modernidad,
ni es moderna.
Que no es el futuro
porque es ahora.
Y no es el presente
porque fue ayer.
¡Menos mal que de chico
me enseñaron a nadar!
¿Cómo hace el que no sabe
para vivir en la fluidez?
Mantenerse a flote
navegando de hipervínculo en hipervínculo
hasta encontrar un sitio,
al menos uno,
en el que se es bienvenido.
O el propio,
e invitar amigos.
¿Para qué seguir preguntándome quién soy?
Hoy puedo ser quien quiera.
Y llamarme Juan23,
Felipe15 o Napoleón3ero.
Hoy quiero ser el Che
en mi propio blog
donde subo
la última publicidad de Coca Cola
y muestro mi sentimiento
de eterna soledad.
Definitivamente,
¡Hoy prefiero no pensar!
La facultad.
El trabajo.
Mis padres.
Mis viejos,
más viejos.
Mis amigos.
Mi novia.
Mi conciencia
y su inconciecia.
Mi responsabilidad.
Lo sólido
que se desvanece en el aire.
Lo fluido que se hace aire
si se evaporiza.
Que se hace sólido
si se endurece.
Yo que tengo que ser yo
y tantos otros.
Y ninguno.
Y me desvanezco en el aire,
y en lo fluido
Prefiero no pensar.
Vivir en la liviandad.
Desvanecerme en el aire.
En la supeficialidad de mis pensamientos
repletos de vacío.
Los míos.
Los de mi generación.
Hoy prefiero no pensar.
Pero mis pensamientos
no me dejan tranquilo.
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